Las esencias florales son preparados naturales de flores silvestres, cuyas propiedades terapéuticas fueron descubiertas por Edward Bach entre los años 1928 y 1936. Se trata en la actualidad de unos de los sistemas de curación alternativa más usado en América y Europa y son compatibles con cualquier tipo de medicación. Se inscriben en el marco de lo que se denomina medicina holística, es decir, aquellas que apuntan a la curación integral del ser humano y lo abordan desde una perspectiva psicofísica, energética-emocional y espiritual.

Las flores actúan de forma vibratoria y energética, no orgánica, este concepto ha costado mucho que se reconociera por los estamentos oficiales y por el mundo de la medicina en general, pero hoy en día están aprobadas por la Organización Mundial de la Salud y con los últimos adelantos científicos se puede comprobar su naturaleza vibracional a través del método de las cristalizaciones sensibles y de la espectrografía.

Si partimos del punto de que en la naturaleza todo es energía y vibración en diferentes estados, comprenderemos la influencia de estos remedios florales.

Las Flores de Bach funcionan porque tienen una virtud terapéutica que armoniza con una cualidad del alma humana, que en ese momento falta. Llegan a lo más profundo del ser humano, le envían su mensaje. Muy a menudo vivimos en desacuerdo a nuestra verdadera forma de ser, o nos abruman las circunstancias, o tenemos conflictos sin resolver. Las Flores nos ayudan a reencontrarnos a nosotros mismos y a eliminar el sufrimiento. La curación viene “desde dentro” de uno mismo. Tratando problemas personales o circunstancias adversas, se pueden prevenir enfermedades o evitar que se produzcan a la larga. Todos hemos visto desarrollarse una enfermedad después de un grave disgusto, por ejemplo, o después de un accidente o shock emocional. Las flores de Bach constituyen un sistema de curación que se asienta sobre la base de que la enfermedad, es el resultado de un desequilibrio emocional, y si este persiste, se produce la enfermedad a nivel orgánico. Es decir, la enfermedad es la materialización en el cuerpo de un conflicto interno pero su origen no hay que verlo en el cuerpo donde aparece sino en cómo ve y vive la vida el que lo sufre.

La filosofía de las flores de Bach es desarrollar la virtud contraria al defecto que se tenga, no luchar directamente contra el defecto, porque entonces es una guerra muy dura. Cuando las tomamos, su perfecta frecuencia energética entra en contacto con la nuestra y estimula el proceso curativo: amplían la capacidad de auto observación, lo que facilita el desarrollo de nuestras potencialidades y recursos. Según Bach, “la enfermedad es por esencia, fruto de un conflicto entre el alma y la mente”. El alma la entiende Bach como el camino que está escrito y que debemos de seguir para evolucionar. “Mientras nuestra alma y nuestra personalidad estén en buena armonía, todo es paz y alegría, felicidad y salud.

Cuando nuestras personalidades se desvían del camino trazado por el alma, sea por nuestros deseos mundanos o por la persuasión de otros, surge el conflicto. Ese conflicto es la raíz de la enfermedad y de la infelicidad”.

Las Flores de Bach no tienen nada que ver con la fe, no es necesario tenerla, actúan de todos modos.

Cuando finalices este curso estarás preparado para poner todo el conocimiento en práctica; donde verdaderamente asimilarás los conceptos recibidos y comprobarás la eficacia de esta terapia. En esta terapia no hay lugar para las equivocaciones. Una flor mal elegida no hace efecto, simplemente no funciona y sin embargo contactar con la adecuada te puede hacer a ti y a los tuyos mucho bien. Los remedios son inocuos y compatibles con cualquier otro tratamiento. Saldrás del curso sabiendo lo que te aporta y en lo que te beneficia cada una de las 38 flores.